Queridos hermanos:
el Señor les conceda su bendición.
Estamos transitando
un nuevo año juntos, el año jubilar de la misericordia, y lo estamos haciendo,
tras los pasos del Resucitado.
El desconsuelo que
teníamos, al igual que los discípulos el viernes santo, hoy se transforma en
una inmensa alegría: Jesús hizo la donación de sí mismo al Padre. Donación de y
por amor.
Desde entonces,
todos los cristianos pudimos conocer al Señor y decir que está VIVO. Hoy
estamos contentos y es momento de darle constantemente gracias a Dios.
Como Pedro y Juan,
también tenemos que preocuparnos y ocuparnos, como franciscanos seglares, de
que el mundo sepa que Jesús ha resucitado, y puedan conocerlo de la misma
manera que nosotros lo hemos hecho.
Empecemos por hacer
presente el gesto del lavatorio de los pies en cada acción concreta con el
prójimo ya que este gesto nos hace siempre descubrir la capacidad que poseemos
de poder abajarnos, reverenciarnos, de ponernos por debajo y priorizar en
definitiva el interés del otro por sobre nuestros propios intereses, sabiendo
que contamos con la gracia de estar al servicio de los demás.
Por eso, mis
queridos hermanos, lo que el Señor nos sigue pidiendo diariamente es que nos
amemos con el mismo amor con que él nos ama, pues la medida del amor la pone
Jesús y la medida del amor es entregar la vida por otros.
El amor es el
servicio concreto que nos damos los unos con los otros. El amor no son
palabras, son obras y servicio. PAZ y
BIEN
Hno.
Ricardo Núñez, OFS
Ministro Local